LA COMPRENSIÓN DEL SENTIDO DE LA MUERTE - PRIMERA PARTE

Aunque el hombre común considera la muerte con temor y pesadumbre, aquellos que ya partieron saben que ella constituye una maravillosa experiencia de paz y libertad.

Al morir, te olvidas de todas las limitaciones del cuerpo físico y entiendes cuán libre eres. En los primeros segundos se experimenta una sensación de miedo, de temor a lo desconocido, a algo que es extraño a la conciencia. Pero después de estos breves momentos de sobrecogimiento, viene una maravillosa percepción: el alma experimenta una gozosa sensación de descanso y libertad. Comprendes entonces que existes con independencia del cuerpo mortal.

Todos vamos a morir algún día, así que de nada sirve tenerle miedo a la muerte. Tú no te sientes desdichado ante la perspectiva de perder la conciencia del cuerpo durante el sueño; por el contrario, aceptas el sueño como un estado de libertad que esperas con anhelo. Así es también la muerte: un estado de descanso, una pensión ganada en esta vida. No hay nada que temer. Cuando llegue la muerte, ríete de ella. La muerte es sólo una experiencia que tiene por objeto enseñarte una gran lección: que no puedes morir.

Nuestro ser real, el alma, es inmortal. Quizá durmamos durante un corto tiempo en ese cambio al que llamamos muerte, pero nunca podremos ser destruidos. Existimos, y esa existencia es eterna. La ola llega a la costa y, luego, retorna al mar; no se pierde. Se funde con el océano, o regresa nuevamente en la forma de otra ola. Este cuerpo ha venido aquí y desaparecerá; pero la esencia del alma que mora en su interior jamás cesará de existir. Nada puede aniquilar esa eterna conciencia.

La ciencia ha comprobado que incluso una partícula de materia o una onda de energía son indestructibles; el alma —o la esencia espiritual del ser humano— es también indestructible. La materia se ve sometida a cambios; el alma pasa por experiencias cambiantes. A los cambios radicales se les denomina muerte; pero la muerte —o el cambio de la forma física— no altera la esencia espiritual ni la destruye.

El cuerpo es tan sólo una vestimenta. ¿Cuántas veces te has cambiado de ropa en esta vida? Y no por eso dirías que tú has cambiado. De la misma manera, cuando te desprendes de la vestimenta corporal al sobrevenir la muerte, tú no cambias. Sigues siendo exactamente el mismo, es decir, un alma inmortal, un hijo de Dios.

Pasajes de los escritos de Paramahansa Yogananda