EL MENSAJE DE SRI KRISHNA PARA LA HUMANIDAD

A través de sus consejos a su discípulo Arjuna (los cuales han sido recopilados en el Bhagavad-Gita) en el campo de batalla de Kurukshetra, Sri Krishna ha entregado a la humanidad sugerencias prácticas acerca de cómo obtener coraje, solaz, y paz mental, en medio de las vicisitudes de la vida en este atareado mundo. Krishna urge a todo ser humano a realizar su deber - es decir, aquello que es lo correcto y apropiado en cada circunstancia - a cualquier precio, aun cuando el obrar en esta forma implique violar algún principio moral que goce de la aceptación general. He aquí un ejemplo corriente: si bien la no-violencia constituye una doctrina moral, el matar a un tigre que acosa al ganado y a la población de una aldea es un deber imperativo. En igual forma, aun cuando Arjuna consideraba como un pecado el abatir a sus instructores, a sus mayores y a otros conciudadanos suyos que se habían dispuesto a luchar en su contra, Sri Krishna le hace ver que, como guerrero, es su deber el obrar en esta forma, ya que sus relaciones apoyan a su contendor, Duryodhana, quien es un malhechor.

A diferencia de muchas otras obras religiosas, las cuales insisten en que los códigos éticos de conducta deberían ser seguidos siempre, no importa cuán nefastas sean las consecuencias, Sri Krishna afirma que el ceñirse a semejantes códigos debe subordinarse a las circunstancias de cada caso. Lo que importa, por sobre todo, es cumplir con nuestro deber.

Junto con proveernos de felicidad y tranquilidad, Dios se encarga de sembrar discretamente en nuestra vida algunas dificultades y pesares; mientras que un exceso de las primeras tiende a corromper al hombre, tomándole duro e indiferente, unas pocas desgracias aquí y allá le aportan sabiduría y le capacitan para apreciar mejor la felicidad. El Bhagavad Gita destaca la realidad de la vida en este mundo. Promueve la sincera dedicación al deber de cada uno en la vida, mas indica que este deber ha de ser realizado en forma desinteresada, con una actitud de indiferencia hacia los frutos de nuestra labor. En otras palabras, es necesario conservar la ecuanimidad mental, sin regocijarse excesivamente ante el éxito ni dejarse deprimir por el fracaso. El esforzarse exclusivamente por alcanzar el éxito vuelve al hombre egoísta e insensible a los intereses ajenos; y el prestar atención a los fracasos, por otra parte, tiende a desanimarle y, como sucede a menudo, le mueve a culpar a otros por él. Todos conocemos el hábito del estudiante que, al fallar en una prueba culpa de su fracaso a los examinadores. La ecuanimidad mental nos capacita para conservar la serenidad, en la seguridad de haber desempeñado adecuadamente nuestro deber. Incluso en el caso de que fracasemos, simplemente nos detenemos y analizamos nuestros esfuerzos, con el fin de descubrir cómo y dónde erramos. La esencia de esta actitud se expresa en los dos siguientes versículos del Gita:

“Vuestro deber como seres humanos, es, simplemente, actuar; no tenéis derecho a disfrutar de los resultados de vuestras acciones. No os consideréis como los creadores de los frutos de vuestras actividades, ni tampoco os apeguéis a la inactividad.”

“Oh Arjuna, permanece absorto en el yoga [la unión con el Espíritu a través de la meditación] y desarrolla toda acción libre de apego alguno [a sus frutos]. Sé indiferente al éxito y al fracaso [en el desarrollo de toda acción]. El estado de ecuanimidad mental en todo plano de actividad [sea su resultado el éxito o el fracaso], se denomina yoga" (II:47, 48).

Tomado de “Revista de SelfRealization Fellowship - Año 1976”