Jamás pienses que estás para siempre ligado al karma. Niégalo. Bien sea que tengas karma bueno o malo, no aceptes ninguna limitación kármica. Debes tener buen karma para destruir el mal karma; así pues, elévate por encima de ambos.
Entrégale tu karma a Dios. El te ayudará si se lo pides. No se trata de que debamos solicitar privilegios especiales, pero si tenemos fe en Dios, todo es posible. Es su gracia lo que cuenta, y esa gracia la recibimos cuando hacemos nuestra parte, comportándonos como hijos de Dios. Cada vez que te sientas imposibilitado para controlar tus dolores y problemas, sigue intentándolo. Si no lo intentas, jamás llegarás a ninguna parte. Nunca desistas ante el dolor y los problemas. Cada vez que algo te deprima, levántate nuevamente y di: «Ahora estoy bien». Apenas admitas que no puedes hacerlo, estarás acabado, porque habrás emitido el veredicto de que te hallas prisionero del karma. Tú eres el juez. No importa cuáles sean tus problemas; si afirmas: «Estoy bien», podrás superarlos. Pero si dices: «No puedo con ellos», permanecerás prisionero tras las rejas carcelarias de tu karma. Si reconoces un error y resueltamente decides no cometerlo nuevamente, entonces, aunque caigas, esa caída resultará mucho más leve que si jamás lo hubieses intentado. A su debido tiempo, comprobarás que eres dueño de ti mismo y estarás libre de karma, tal como Dios lo está.
Paramahansa Yogananda. Libro "El Amante Cósmico". Pág 232