Krishna fue una encarnación del amor divino cuyo sublime mensaje consistió en amar a Dios y al prójimo a través de la acción correcta. El amor que expresó fue el más elevado y puro, idéntico al que Jesucristo manifestó varios siglos después.
En ambas épocas de la historia, existía una gran necesidad de recibir ese evangelio de amor divino. En la era que precedió a Jesús, el sentimiento espiritual que predominaba entre su pueblo había sido el que Moisés había legado: "Ojo por ojo, diente por diente". La contribución de Moisés a su pueblo, en aquel momento y lugar, fue el respeto por la ley de la retribución (es decir, que cada causa provoca un efecto). Él hizo hincapié en la moralidad, pues los principios morales son las leyes de Dios y de la naturaleza, que debemos obedecer si queremos encontrar en este mundo el bienestar físico, la paz mental y la libertad espiritual.
Pero en la época en que Cristo vivió, la gente se había apegado demasiado a las letras de las leyes que transmitió Moisés y había olvidado el espíritu que les da sentido. Jesús enseñó la necesidad de atenuar el rigor de la ley mediante la compasión, el perdón y la tolerancia: "Al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra" y "Perdona hasta setenta veces siete". Su mensaje vital ha perdurado hasta nuestro tiempo y se ha extendido por todo el mundo occidental, de igual modo que las enseñanzas del Señor Krihna continúan floreciendo entre sus millones de seguidores en la India y Oriente.
Sri Daya Mata - Libro "El Gozo que buscas está en tu interior". Pág 221