El cuerpo físico, con el cual el ser humano se encuentra afectuosamente identificado, es poco más que materia inerte, un terrón de minerales y sustancias químicas formadas por toscos átomos. Toda la energía y fuerza que anima el cuerpo físico la recibe de un radiante cuerpo astral constituido por vitatrones. El cuerpo astral recibe a su vez sus poderes de un cuerpo causal de conciencia pura, que se encuentra formado por todos los principios ideacionales utilizados por el alma para interactuar con la creación de Dios.
Los tres
cuerpos están vinculados entre sí y trabajan como uno solo debido a la ligazón
entre la fuerza vital y la conciencia en los siete centros espirituales cerebroespinales.
Al residir en el cuerpo trino, al alma adopta las limitaciones del
confinamiento y se convierte en la seudo-alma o ego.
Los
tratados del yoga explican el despertar de los centros espirituales como un
hecho natural común a todos los devotos que se encuentran en el camino hacia la
presencia de Dios. El yoga es la ciencia universal para lograr la divina unión
del alma con el espíritu, del ser humano
con su Hacedor.
La ciencia
yóguica de la realización divina es de lo más valioso para el ser humano,
porque erradica la causa de todos los males que la aquejan: la ignorancia, esa
engañosa ilusión que envuelve y nubla su entendimiento.
Así como
una copa pequeña no puede contener en su interior al océano, así la copa de la
conciencia humana, al hallarse limitada por la mediación física y mental, no se
encuentra en condiciones de captar la Conciencia Crística Universal. Mediante
el uso de la precisa ciencia de la meditación Yóguica todo buscador de Dios,
puede expandir su conciencia hasta hacerla omnisciente y recibir dentro de Sí
la Inteligencia Universal de Dios.
Libro “El Yoga de Jesús”, Paramahansa Yogananda
“ Cree usted en la divinidad de Cristo? – Preguntó un visitante-.
Ciertamente- respondió Paramahansa Yogananda-. Me agrada hablar de él, porque era un hombre de perfecta realización espiritual. Sin embargo, no fue el único hijo de Dios, ni tampoco afirmó serlo. En lugar de ello, Jesús Cristo enseñó claramente, que quienes cumplen la voluntad de Dios llegan a ser uno con el Señor, tal como lo fuera él mismo.
“¿No fue acaso la misión de Jesús en la tierra recordarles a los seres humanos que el Señor es su Padre Celestial y mostrarles el camino de regreso a Él?”
Libro "Máximas de Paramahansa Yogananda"