Los grandes instructores espirituales jamás te aconsejarían ser negligente, sino que te enseñarán a ser equilibrado. Debes trabajar, sin duda, para alimentar el cuerpo y vestirlo. Pero si permites que un deber este en contradicción con otro, no se trata de un verdadero deber. Miles de hombres de negocios están tan preocupados de acumular riquezas ¡que olvidan que, junto con ello, están causándose también graves enfermedades cardíacas! Si el deber de adquirir prosperidad te hace olvidar el deber de conservar tu salud, aquel deja de ser un deber. El ser humano debe desarrollarse armoniosamente. De nada sirve prestar especial atención al desarrollo de un cuerpo hermoso, si éste alberga un cerebro de pajarito. La mente también debe cultivarse. Y si gozas de excelente salud, de prosperidad y capacidad intelectual, pero no eres feliz, quiere decir que aún no has alcanzado el éxito en la vida. Cuando sinceramente puedas decir: “Soy feliz, y nadie puede arrebatarme esa felicidad”, serás un rey, porque habrás encontrado la imagen de Dios dentro de ti.
Paramahansa Yogananda, Donde Brilla la Luz, página 98