Cuando surge algún problema, la mayoría de las personas le echa la culpa a los demás. El trabajador descontento piensa: “El jefe está tratando de acabar conmigo; por eso me encomienda las tareas más pesadas”. O bien: “Le desagrado; por eso me sobrecarga de trabajo”. No mires la vida de esa forma. Es mucho más saludable afrontar nuestros problemas si pensamos que llegan a nosotros aportando algún beneficio intrínseco o, al menos, una experiencia aleccionadora: ¿Cómo he de comportarme? ¿Qué se espera que haga en esta situación? ¿Cuál debería ser mi actitud en tales circunstancias?
Si realmente crees que existe un Poder Divino en este mundo, confía entonces en que ese mismo Poder tiene la capacidad de dirigir tu vida. Sin importar lo que me suceda, estoy plenamente convencida de que nadie puede hacerme nada – o que ninguna circunstancia puede afectar mi vida – si Dios no lo permite primero, pues Él se halla a cargo de mi existencia.
Debemos tener una fe ciega en que el Señor cuida de todo. Yo considero la vida así: Dios me trajo a este mundo, y nadie, salvo Dios, me sacará de aquí. Él ha estado velando por mí permanentemente, desde el mismo instante en que me creó.
Una vez que esta manera de pensar se establezca en tu mente, será mucho más sencillo creer que, a cada momento –“al comer, al trabajar, al soñar, al dormir, al servir, al meditar, al cantar o amar divinamente”- Dios es el Único Ser con quien tú tienes que ver. Ése es el pensamiento que el devoto debe hacer prevalecer en su conciencia. Dicho de otro modo: comienza a cultivar una relación más directa entre tú y Dios. “Piensa siempre que todo lo que haces es para Dios”.
Libro "El Gozo que buscas está en tu interior" Pag 109. Sri Daya Mata.